Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos


Evangelio: San Marcos 7,31-37

En aquel tiempo, dejando Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: "Effetá", esto es: "Ábrete". Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: "Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos."

En la tradición profética, la sordera o la ceguera son figura de la resistencia al mensaje de Dios (Is 6,9”.. Ve me dijo; tú irás a ese pueblo; Escuchen, sí, pero sin entender; miren bien, pero sin comprender…”; 42,18 “… Oigan Ustedes lo sordos; ustedes los ciegos, miren y vean…”; Jr 20-23; Ez 12,2); paralelamente, en el evangelio son figura de la incomprensión y la resistencia al mensaje. Pero los que la padecen no son conscientes de ella, son otros los que lamentan el defecto y acuden a Jesús.
El término sordo tartamudo aparece una sola vez en el AT, en Is 35,6, donde se trata del éxodo de Babilonia; la alusión a este pasaje señala que la escena evangélica trata de la liberación de Israel de una esclavitud u opresión. Son, pues, los discípulos o seguidores israelitas (el nuevo Israel), que no aparecen en la escena y no habían entendido el último dicho de Jesús (7,18), quienes están tipificados en el sordo tartamudo. El término «tartamudo» designa, en el plano narrativo, a un individuo que no habla normalmente, en el plano representativo alude al hablar de los discípulos, que transmiten un mensaje contrario al de Jesús.
El obstáculo que impide a los discípulos aceptar el mensaje de Jesús (sordera) y proponer el verdadero mensaje (tartamudez) es la ideología nacionalista y exclusivista del judaísmo: siguen manteniendo la superioridad judía y no acaban de aceptar la igualdad de todos los pueblos en relación con el Reino. Por eso actúa Jesús primero sobre el oído, para cambiar la mentalidad. El pasaje indica que los discípulos, al entrar en contacto con gente de otros pueblos (orilla pagana del lago), muestran total cerrazón a todo lo no judío.
Recordamos que en Marcos 7,24-30 Jesús cura a la hija de una Cananea, es claro el hacer de Jesús para quienes no pertenecen al pueblo elegido, es la gran apertura.
El verbo suplicar (“… le suplicaron que le impusiera las manos…”) indica mayor insistencia que el simple «pedir» y señala el gran interés de los intermediarios por el sordo. No suplican a Jesús que lo cure, sino que le aplique la mano, gesto que simboliza la transmisión de la fuerza vital; esto bastaría para cambiar la situación. Por este motivo algunos creen que quienes lo trajeron al enfermo eran judíos ya que conocían la manera de “sanar” de Jesús. El texto no especifica nada al respecto.
Jesús responde sin tardar. La precisión aparte, que se refiere siempre a los discípulos (4,34; 6,31s; cf. 9,2.28; 13,2), señala que la falta de comprensión por parte de ellos hace necesaria una explicación de Jesús.

Allí le presentan al hombre que no puede escuchar ni expresar palabra. Piden a Jesús que le imponga las manos, su forma ya típica de sanación. Pero Él realiza esta vez un gesto mucho más elocuente de unión solidaria estrecha con el sufriente: le traspasa algo de su propio cuerpo, tocándole los oídos y untándole la lengua con su propia saliva; luego eleva los ojos al cielo, en una indudable actitud de comunicación con el Padre, lanza un suspiro que expresa su compasión por la situación del enfermo, y con una orden que deja en claro su poder le devuelve la palabra y el oído.
El evangelio continúa mostrándonos a un Jesús itinerante comprometido radicalmente con la vida. Hoy regresa a Galilea, después de un largo recorrido. Traen ante él un hombre sordo que habla con dificultad. Su enfermedad refleja una ruptura con el mundo exterior (con el mundo de las personas qu eme rodean, con mis sentimientos, conmigo mismo en la no aceptación): la sordera y el hablar con dificultad manifiestan un obstáculo que le margina de la vida social. Sin embargo no viene solo. Hay algunas personas que no conformes con su exclusión se han involucrado con él en la búsqueda de un cambio para su vida y ruegan a Jesús por él. Jesús responde con una serie de actos simbólicos.
A cuantas personas les debo de agradecer que me acercaron al Señor, que me trajeron delante de él. Pienso por qué estoy aquí, el Señor me llamó utilizando como instrumento a personas.
Para actuar con el sordo, Jesús lo separa de la multitud, es decir del numeroso grupo de seguidores que no proceden del judaísmo (7,14); no quiere involucrar a éstos en las dificultades que afectan al grupo israelita.
Le aparta y queda a solas con él. Le proporciona atención completa, uno frente al otro en un espacio íntimo de profunda humanidad. Esto es lo más importante sólo en intimidad con Jesús, en un “frente a frente” Jesús obrará el milagro. El nuevo signo no será para aumentar su fama, sino para derramar su amor y misericordia de quien recibe a alguien que tiene un sufrimiento. Recordando la letra de esa canción “.. mirarte sólo a ti Señor…”. Encuentro maravilloso donde, seguramente, la mirada de Jesús traspasa el corazón de este hombre. El Señor ve en su interior aquellas cosas que lo atan, que lo esclavizan, que lo tienen amarrado a ese pobre hombre excluido de la sociedad, incomunicado.
La acción de Jesús es doble, conforme al doble defecto del hombre: Primero parece perforarle los oídos (le metió los dedos), indicando que, a pesar de la resistencia que presentan los discípulos, es capaz de hacerles llegar el mensaje del universalismo. Sordera de afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera. No poder escuchar, no poder escucharse, no querer escucharse, porque cuando Dios habla al corazón del hombre le hace escuchar su mensaje que lo llama a una verdadera conversión. Le pide un cambio de vida que no siempre estamos dispuestos a realizar. No hay posibilidad del encuentro con Jesús si no hay un cambio en nuestras vidas.
Señor perfora mis oídos para que pueda escuchar y recibir Tu Palabra. Que se acallen otras voces de adivinación, oscurantismo, magia, que no van a resolver las dificultades de mi vida. Que sólo pueda escuchar Tu Palabra, que se alejen de vida esas palabras que me hirieron en mi auto estima, en mi autoimagen, palabras de desprecio, de humillación, de falta de valoración, palabras de falta de amor desde mi nacimiento, desde mi vida de relación en mi pareja, palabras que me humillaban y me hacían sentirme “nada”. Hoy recibo palabras del amor de Dios, palabras que me dicen que “yo puedo”, “que yo debo”, “que yo tengo que”
Que pueda escuchar cuál es mi verdad, mi historia, mis intenciones, deseos, mis fracasos, mis inclinaciones, que yo pueda escucharme a mí mismo, que no me deje aturdir por el ruido que muchas veces uso como un pretexto para no escuchar la verdad que hay dentro mío y que tiene que ver con mi vida pasada, con las oscuridades, con los rencores, faltas de perdón.
Luego, le toca la lengua con su saliva; para interpretar este gesto hay que tener en cuenta que, en la cultura judía, se pensaba que la saliva era aliento condensado; la aplicación de la saliva significa, pues, la transmisión del aliento / Espíritu. Se creía que, la saliva, tenía propiedades curativas, sanadoras.  A la comprensión del mensaje de Jesús (oídos) debe corresponder su proclamación profética, inspirada por el Espíritu (lengua).
Sentir el aliento de Dios en mi vida sin aliento, sin fuerzas, sin ganas de vivir, en vida de depresión, angustia, oscuridad. En mi vida de soledad, de encierro. Esa saliva “divina” es el ungüento refrescante que necesito para mi heridas.
"Y luego fueron abiertos sus oídos, y fue desatada la ligadura de su lengua" (grigo: eluthe ho desmos tes glosses - y fue soltada la ligadura de la lengua) (v. 35). La imagen es de un hombre cuya lengua estaba esclavizada - literalmente atada . que, al mandarlo Jesús, encuentra libertad de movimiento y expresión.
Aunque Jesús pone sus dedos en las orejas del hombre y le toca la lengua, "el verdadero sanar ocurre a través de la palabra de autoridad de Jesús. La presencia y acumunlación de gestos terapéutico forman parte de ese proceso".
Entonces Jesús levanta la mirada al cielo (6,41), como gesto de petición a Dios que subraya la importancia de la acción que está cumpliendo, y expresa su sentimiento (dio un suspiro) de pena o tristeza por la prolongada obstinación de los discípulos
La orden de Jesús la expresa Marcos  con un término arameo, indicando con ello de nuevo que el suceso o acción está referido a Israel (cf. 5,41; 7,11, etc.), en este caso al nuevo Israel, representado por los discípulos/los Doce. La orden Ábrete expresa el efecto que debería producir la perforación; de hecho, los oídos se abren y su hablar no es ya defectuoso, en el doble sentido, narrativo y figurado.
Le dice "Ábrete": Expresa su absoluta confianza en la capacidad de la persona de salir de sí misma, de los esquemas que la excluyen e incluso de las ideas erróneas que las llevan a aceptar como normal su situación de separación y abandono social.
Jesús prohíbe divulgar el hecho, porque sabe que esta apertura no es definitiva (cf. 8,18). A pesar del repetido aviso de, Jesús, los circunstantes son optimistas, piensan que todo está arreglado. La impresión es enorme.
Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulganban (griego: ekerusson - de kerusso - una palabra relacinada con kerygma, la predicación del Evangelio por la temprana Iglesia). Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo: hace a los sordos oír, y a los mudos hablar.
"Y les mandó que no lo dijesen a nadie" (v. 36a). La ironía es que el hombre sordomudo ahora puede hablar claramente, pero Jesús le prohíbe a él y a sus amigos jamás. Jesús ha mandado silencio en varias otras ocaciones - de espíritus inmundos (1:25, 34; 3:12) - de un leproso (1:44) - y de los padres de la niña pequeña (5:43). No estamos seguros por qué, pero existen varia posibiidades, una de ellas:
- Quizá estas órdenes de silencio intentan demostrar la imposibilidad de silencio - "que extender las buenas noticias de Jesús es un hecho de Dios que nadie puede parar - ni siquiera Jesús mismo.
"Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo" (v.37a). Su proclamación "bien lo ha hecho todo" (v. 37), nos lleva a Génesis 1:31 "Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera".