Su Festividad: 7 de Diciembre |
El
santo nació en Tréveris, probablemente el año 340. Su padre, que se llamaba
también Ambrosio, era entonces prefecto de la Galia. El prefecto murió cuando su hijo era todavía
joven, y su esposa volvió con la familia a Roma. La madre de San Ambrosio dio a sus hijos una
educación esmerada, y puede decirse que el futuro santo debió mucho a su madre
y a su hermana Santa Marcelina. El joven
aprendió el griego, llegó a ser buen poeta y orador y se dedicó a la
abogacía. En el ejercicio de su carrera
llamó la atención de Anicio Probo y de Símaco.
Este último, que era prefecto de Roma, se mantenía en el paganismo. Probo era prefecto pretorial de Italia. Ambrosio defendió ante este último varias
causas con tanto éxito, que Probo le nombró asesor suyo. Más tarde, el emperador Valentiniano nombró
al joven abogado gobernador con residencia en Milán (norte de Italia). Cuando Ambrosio se separó de su protector
Probo, éste le recomendó: "Gobierna
más bien como obispo que como juez".
El oficio que se había confiado a Ambrosio era del rango consular y
constituía uno de los puestos de mayor importancia y responsabilidad en el
Imperio de occidente.
El obispo Auxencio, un hereje arriano que había gobernado la diócesis de Milán durante casi veinte años, murió el año 374. La ciudad se dividió en dos partidos, ya que unos querían a un obispo fiel a la fe católica y otros a un arriano. Para evitar en cuanto fuese posible que la división degenerase en pleito, San Ambrosio acudió a la iglesia en la que iba a llevarse a cabo la elección, y exhortó al pueblo a proceder a ella pacíficamente y sin tumulto. Mientras el santo hablaba, alguien gritó: "¡Ambrosio obispo!" Todos los presentes repitieron unánimemente ese grito, y católicos y arrianos eligieron al santo para el cargo. Ambrosio quedó desconcertado tanto más cuanto que, aunque era cristiano, no estaba todavía bautizado. Pero los obispos presentes ratificaron su nombramiento por aclamación. Ambrosio alegó irónicamente que "la emoción había pesado más que el derecho canónico y trató de huir de Milán. El emperador recibió un informe sobre lo sucedido. Por su parte, Ambrosio también le escribió, rogándole que le permitiese renunciar. Valentiniano respondió que se sentía muy complacido por haber sabido elegir a un gobernador que era digno de ser obispo, y mandó al vicario de la provincia que tomase las medidas necesarias para consagrar a Ambrosio. Este trató de escapar una vez más y se escondió en casa del senador Leoncio. Pero, cuando Leoncio se enteró de la decisión del emperador, entregó al santo, y éste no tuvo más remedio que aceptar. Así pues, recibió el bautismo y, una semana más tarde, el 7 de diciembre de 374, se le confirió la consagración episcopal. Tenía entonces unos treinta y cinco años.
El obispo Auxencio, un hereje arriano que había gobernado la diócesis de Milán durante casi veinte años, murió el año 374. La ciudad se dividió en dos partidos, ya que unos querían a un obispo fiel a la fe católica y otros a un arriano. Para evitar en cuanto fuese posible que la división degenerase en pleito, San Ambrosio acudió a la iglesia en la que iba a llevarse a cabo la elección, y exhortó al pueblo a proceder a ella pacíficamente y sin tumulto. Mientras el santo hablaba, alguien gritó: "¡Ambrosio obispo!" Todos los presentes repitieron unánimemente ese grito, y católicos y arrianos eligieron al santo para el cargo. Ambrosio quedó desconcertado tanto más cuanto que, aunque era cristiano, no estaba todavía bautizado. Pero los obispos presentes ratificaron su nombramiento por aclamación. Ambrosio alegó irónicamente que "la emoción había pesado más que el derecho canónico y trató de huir de Milán. El emperador recibió un informe sobre lo sucedido. Por su parte, Ambrosio también le escribió, rogándole que le permitiese renunciar. Valentiniano respondió que se sentía muy complacido por haber sabido elegir a un gobernador que era digno de ser obispo, y mandó al vicario de la provincia que tomase las medidas necesarias para consagrar a Ambrosio. Este trató de escapar una vez más y se escondió en casa del senador Leoncio. Pero, cuando Leoncio se enteró de la decisión del emperador, entregó al santo, y éste no tuvo más remedio que aceptar. Así pues, recibió el bautismo y, una semana más tarde, el 7 de diciembre de 374, se le confirió la consagración episcopal. Tenía entonces unos treinta y cinco años.
Consciente
de que ya no pertenecía al mundo, el santo decidió romper todos los lazos que
le unían a él. En efecto, repartió entre
los pobres sus bienes muebles y cedió a la Iglesia todas sus tierras y
posesiones; lo único que conservó fue
una renta para su hermana Santa Marcelina.
Por otra parte, confió a su hermano San Sátiro la administración
temporal de su diócesis para poder consagrarse exclusivamente al ministerio
espiritual. Poco después de su
ordenación, escribió a Valentiniano quejándose con amargura de los abusos de
ciertos magistrados imperiales. El
emperador le respondió: "Desde hace
tiempo estoy acostumbrado a tu libertad de palabra y no por ello dejé de
aceptar tu elección. No dejes de seguir
aplicando a nuestras faltas los remedios que la ley divina
prescribe". San Basilio escribió a
Ambrosio para felicitarle, o más bien dicho para felicitar a la Iglesia por su
elección para exhortarle a combatir vigorosamente a los arrianos. San Ambrosio, que se creía muy ignorante en
las cuestiones teológicas, se entregó al estudio de la Sagrada Escritura y de
las obras de los autores eclesiásticos, particularmente de Orígenes y San
Basilio. En sus estudios le dirigió San
Simpliciano, un sabio sacerdote romano, a quien amaba como amigo, honraba como
padre y reverenciaba como maestro. San Ambrosio combatió con tanto éxito el
arrianismo que la erradicó casi por completo de Milán. El santo vivía con gran sencillez y trabajaba
infatigablemente. Sólo cenaba los domingos, los días de la fiesta de algunos
mártires famosos y los sábados. En
efecto, en Milán no se ayunaba nunca en sábado;
pero cuando Ambrosio estaba en Roma, ayunaba también los sábados. El santo no asistía jamás a los banquetes y
recibía en su casa con suma frugalidad.
Todos los días celebraba la misa por su pueblo y vivía consagrado
enteramente al servicio de su grey;
todos los fieles podían hablar con él siempre que lo deseaban, y le
amaban y admiraban enormemente. San Agustín fue a verle varias veces y fue bautizado por él.
San Ambrosio componía hermosos cantos y los enseñaba al pueblo; además, escribió muy bellos libros explicando la Biblia, y aconsejando métodos prácticos para progresar en la santidad. Especialmente famoso se hizo un tratado que compuso acerca de la virginidad y de la pureza. Además de su sabiduría para escribir, tenía el don de la diplomacia siendo llamado muchas veces por el alto gobierno como embajador del país para obtener tratados de paz cuando se suscitaba algún conflicto.
San Ambrosio falleció el viernes santo del año 397, a la edad de 57 años.
San Ambrosio componía hermosos cantos y los enseñaba al pueblo; además, escribió muy bellos libros explicando la Biblia, y aconsejando métodos prácticos para progresar en la santidad. Especialmente famoso se hizo un tratado que compuso acerca de la virginidad y de la pureza. Además de su sabiduría para escribir, tenía el don de la diplomacia siendo llamado muchas veces por el alto gobierno como embajador del país para obtener tratados de paz cuando se suscitaba algún conflicto.
San Ambrosio falleció el viernes santo del año 397, a la edad de 57 años.