Durante
el anuncio del Reino, Jesús nos muestra lo que éste significa para nosotros
como Salvación, Revelación y Reconciliación ante la mentira mortal del pecado
que existe en el mundo. Jesús responde a Pilatos cuando le pregunta si en
verdad Él es el Rey de los judíos: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi
Reino fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no fuese entregado
a los judíos; pero mi Reino no es de aquí" (Jn 18, 36). Jesús no es el Rey
de un mundo de miedo, mentira y pecado, Él es el Rey del Reino de Dios que trae
y al que nos conduce.
Cristo
Rey anuncia la Verdad y esa Verdad es la luz que ilumina el camino amoroso que
Él ha trazado, con su Vía Crucis, hacia el Reino de Dios. "Si, como dices,
soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar
testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz."(Jn
18, 37) Jesús nos revela su misión reconciliadora de anunciar la verdad ante el
engaño del pecado. Así como el demonio tentó a Eva con engaños y mentiras para
que fuera desterrada, ahora Dios mismo se hace hombre y devuelve a la humanidad
la posibilidad de regresar al Reino, cuando cual cordero se sacrifica
amorosamente en la cruz.
Esta
fiesta celebra a Cristo como el Rey bondadoso y sencillo que como pastor guía a
su Iglesia peregrina hacia el Reino Celestial y le otorga la comunión con este
Reino para que pueda transformar el mundo en el cual peregrina.
La
posibilidad de alcanzar el Reino de Dios fue establecida por Jesucristo, al
dejarnos el Espíritu Santo que nos concede las gracias necesarias para lograr
la Santidad y transformar el mundo en el amor. Ésa es la misión que le dejo
Jesús a la Iglesia al establecer su Reino.
Se
puede pensar que solo se llegará al Reino de Dios luego de pasar por la muerte
pero la verdad es que el Reino ya está instalado en el mundo a través de la
Iglesia que peregrina al Reino Celestial. Justamente con la obra de Jesucristo,
las dos realidades de la Iglesia -peregrina y celestial- se enlazan de manera
definitiva, y así se fortalece el peregrinaje con la oración de los peregrinos
y la gracia que reciben por medio de los sacramentos. "Todo el que es de
la verdad escucha mi voz."(Jn 18, 37) Todos los que se encuentran con el
Señor, escuchan su llamado a la Santidad y emprenden ese camino se convierten
en miembros del Reino de Dios.
"Por
ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tu me has dado, porque son
tuyos; y todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado en
ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos si están en el mundo, y yo voy a
ti. Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno
como nosotros. ...No te pido que los retires del mundo, sino que los guarde del
Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la
verdad: tu palabra es verdad." (Jn 17, 9-11.15-17)
Ésta
es la oración que recita Jesús antes de ser entregado y manifiesta su deseo de
que el Padre nos guarde y proteja. En esta oración llena de amor hacia
nosotros, Jesús pide al Padre para que lleguemos a la vida divina por la cual
se ha sacrificado: "Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado,
para que sean uno como nosotros." Y pide que a pesar de estar en el mundo
vivamos bajo la luz de la verdad de la Palabra de Dios.
Así
Jesucristo es el Rey y el Pastor del Reino de Dios, que sacándonos de las
tinieblas, nos guía y cuida en nuestro camino hacia la comunión plena con Dios
Amor.