Nuestra Señora de la Merced

Mercedarios y la Virgen de la Merced.

La Orden de la Merced se fundó en la catedral románica de Barcelona, el 10 de agosto de 1218. Su Fundador, San Pedro Nolasco, con un grupo de laicos catalanes, y con el apoyo del joven Rey Jaime I, y del Arzobispo Berenguer de Palou, llevó a cabo la creación de una Orden Laical para la redención de cautivos cristianos.

Su Festividad: 24 de Septiembre
El Papa Gregorio IX, confirmó solemnemente la Orden de la Merced el 17 de enero de 1235. Tuvo Constituciones propias de una Orden Laical, y siguió la Regla de San Agustín.

En Asamblea electiva, los 259 frailes mercedarios -laicos y clérigos- manifiestan su deseo mayoritario en elegir a un General clérigo, en 1317, un siglo después de la fundación. Raimundo Albert, nuevo General, mandó redactar nuevas Constituciones (1327). Desde entonces, la Merced es canónicamente Orden clerical, aunque admita "Hermanos seglares como Religiosos", en igualdad fraterna.

Se calcula que la Orden de la Merced, hasta vísperas de la Revolución Francesa, redimió unos 70.000 cautivos. Los bienes que poseía eran, en realidad, bienes para la redención. En virtud de su "cuarto voto", cada mercedario profesaba "quedar en rehenes, si fuere preciso, en lugar de un cautivo, sobre todo si su fe peligraba". Hoy sigue vigente este cuarto voto.

Actualmente, en las llamadas "nuevas formas de cautividad", sigue ocupándose, con preferencia entre los refugiados, exiliados, inmigrantes, prisioneros, "Meninos de rua" (Brasil), y de aquellos que están faltos de libertad, o cuyos derechos fundamentales son conculcados.

Ya desde el segundo viaje colombino, iba, al menos, un mercedario -según Mártir de Anglería- como Capellán del Almirante. Desde 1514 existe un convento en Santo Domingo.

Dos características propias:

1.       La Merced colaboró, con la plata que llegaba de América, a la redención de cautivos.

2.      Logró que arraigase profundamente la devoción a María de la Merced. Culturalmente baste decir que la Merced tuvo Catedráticos en las más célebres Universidades de España, Francia y América. Entre los personajes más destacados figura el famoso dramaturgo TIRSO DE MOLINA (Fray Gabriel Téllez), autor de más de 400 comedias, "Cigarrales de Toledo"(1624), "Deleitar aprovechando"(1635), "Historia de la Orden", manuscrita y editada en 1974 en dos gruesos volúmenes. Otros: Alonso Remón, Interián de Ayala, cofundador de la Real Academia de la Lengua (siglo XVIII), Juan Suárez de Godoy, Francisco Zumel (Teólogo salmantino del siglo XVI), Jerónimo Pérez, profesor de los primeros Jesuitas, Gaspar de Torres y Melchor Rodríguez de Torres, Obispos y místicos, escritores ambos, que trataron a Santa Teresa, etc.

La iglesia reconoce, honra y venera a la Santísima Virgen María, principalmente, con el título de madre: Madre de Dios y Señor Jesucristo, y Madre de la iglesia, de todos los hombres, ya que la redención de Jesucristo es universal y todos los hombres son llamados a pertenecer al pueblo de Dios, la Iglesia.

El culto a la Santísima Virgen hunde sus raíces en los primeros siglos del cristianismo.
Con San Pedro Nolasco, en la primera mitad del siglo XIII, comienza a invocarse a la Santísima Virgen bajo el conocidísimo título “de la Merced”.  Santa María de la Merced es ciertamente una invocación antigua, pero siempre nueva y actual, porque expresa un aspecto esencial del misterio de María, evocando su presencia maternal y misericordiosa a favor de los fieles cristianos “que se hallan en peligros y ansiedad, para que, rotas las cadenas de toda opresión, alcancen la plena libertad del cuerpo y del espíritu”.

Venerar a la Virgen, bajo el título de la Merced, es lo mismo que recurrir a ella como madre de misericordia a favor de aquellos que son los más marginados de la sociedad. “Merced” en la edad media es sinónimo de misericordia, piedad o compasión, ejercida para con aquellos que se hallan privados de libertad y en peligro de perder su fe cristiana. La misericordia mercedaria es efectiva y afectiva, no humilla a la persona, sino, por el contrario la redime y libera, la dignifica. De esta misericordia está necesitado el mundo actual.

Argentina desde siempre Mariana.
Doscientos años de un triunfo patrio alcanzado como “merced“de la Virgen

Hace 200 años se produjo la más decisiva batalla de la independencia, la de Tucumán.
En ella se salvó la integridad de nuestro territorio y se afianzó la emancipación del suelo patrio. El General Belgrano combatió desobedeciendo a Buenos Aires y logró, por intercesión de la Virgen de la Merced, la victoria sobre los realistas. Agradecido, el prócer libertario le ofreció a la imagen tucumana su bastón de mando y la nombró Generala.

La imagen histórica de la Virgen de la Merced venerada en San Miguel de Tucumán, data del siglo XVI y acompañó a la ciudad capital de la provincia en su primitivo emplazamiento. Por los muchos favores que la Virgen dispensó  a los tucumanos, el Cabildo en 1678 la nombró Patrona y Abogada de la ciudad.

A ella le acreditan la victoria argentina en la batalla de Tucumán del 24 de septiembre de 1812. Para combatir en desigualdad total de condiciones(los españoles unos 3000 y los patriotas apenas 1.800), el General Manuel Belgrano puso su confianza en Dios y en Nuestra Señora de las Mercedes, a quien eligió por Patrona de su Ejército. Así dice el parte que transmitió Belgrano  al gobierno “… La patria puede gloriarse de la completa victoria que han tenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes bajo cuya protección nos pusimos…”

El General Belgrano luego de una procesión con todo el ejército, que terminó en el Campo de las Carreras, donde se había librado la batalla hizo bajar la imagen hasta ponerla a su nivel y puso en sus manos el bastón de mando que llevaba y la proclamó Generala del Ejército.

Las Religiosas de Buenos Aires al tener conocimiento de los actos de devoción a la Virgen por parte del ejército remitieron a Belgrano 1.000 escapularios de la Virgen de la Merced para que los distribuyeran a la tropa. Al batalló congregado frente al atrio del templo se le distribuyó los escapularios que todos colocaron sobre sus uniformes, tanto los jefes como los oficiales y la tropa, antes de partir rumbo a Salta.

El 24 de septiembre de 1912, en el centenario de la Batalla de Tucumán y por pedido expreso del entonces Obispo de Tucumán Monseñor Pablo Padilla y Bárcena, el Papa San Pío X mandó coronar a  la imagen histórica de la Virgen que se halla en el templo capitalino.

En 1945, el Gobierno Nacional designó a la Santísima Virgen de las Mercedes Patrona Principal de la Aeronáutica Militar.

La Basílica Nuestra Señora de la Merced, también llamada de la Victoria, es una Basílica menor de la Ciudad de San miguel de Tucumán. Esta iglesia es de estilo neocolonial y allí se guarda el bastón con empuñadura de oro que le ofreció Manuel Belgrano a la Virgen.

El 12 de septiembre de 1997, la Comisión Nacional de Monumentos y lugares históricos declaró “Lugar histórico” a la parroquia y santuario de Nuestra Señora de la Merced. Ya el 5 de agosto de 1957, el camarín de la Virgen ya había sido declarado Monumento Histórico Nacional.

La Corona: el emblema real que luce en lo más alto de la imagen fue diseñado en París por Coven Lacloche, en estilo renacentista, y realizado en Buenos Aires por los talleres de esta firma. Tiene 2.744 brillantes, entre grandes y chicos; 6 zafiros grandes, y está íntegramente trabajada en oro y platino. El peso total es de 285 quilates.

ORACIÓN A LA VIRGEN GENERALA

A ti recurrimos, Divina Generala de nuestros Ejércitos, para implorarte que no abandones tu segura protección sobre esta Patria Argentina. Te recordamos que aquí se alzó el altar donde se glorificó a Jesús eucarístico ante el mundo entero; que nuestra bandera se hizo en la presencia augusta de tu Divino Hijo, y que los colores de la Patria cruzan sobre tu pecho, Generala del Ejército Argentino. Por eso te pedimos que del uno al otro confín, sepan los pueblos honrar a Dios y cada vez que se postren ante tu imagen de Virgen Generala, resuene está sola exclamación: Tú eres la gloria de nuestra Patria. Tú eres la honra de nuestro pueblo. Amén.