Descanso en el Espíritu

"... Si alguno de ustedes sufre, que ore; si está contento que cante alabanzas. Si uno de ustedes cae enfermo que llame a los presbíteros de la comunidad para que recen por él y lo unjan con aceite invocando el nombre del Señor..."
(Santiago 3, 13-14)

El hecho: Con alguna frecuencia se viene dando en retiros de sanación, en oraciones de intercesión, tras la unción de los enfermos con aceite bendecido, o tras la imposición de manos sobre aquellos por quienes se ora, el fenómeno llamado por algunos "descanso en el Espíritu".

Otros hablan de "dormición en el Espíritu" o quedar abrumado por el amor y la presencia de Dios, o tener silencio en el Espíritu y reposo en Él.

Definición: El verdadero descanso del Espíritu es un don carismático, otorgado a uno o a varios para trasmitir a otros una cierta protección de Dios, con lo que se alimentan la fe, la paz interior, la inteligencia de las enseñanzas recibidas y se facilita la práctica de la vida cristiana, al suprimirse bloqueos o resistencias más o menos conscientes a la acción de Señor, lo cual a veces se expresa o se visualiza con un rendimiento ante Dios que conlleva la pérdida pasajera del equilibrio corporal, deslizándote suavemente hacia el suelo o sobre el asiento que se ocupa, con una censación pasajera del movimiento corporal y local.

Explicaciones: Dado que existen en la práctica pastoral y en la teoría dudas, equivocaciones y hasta errores un torno a este fenómeno del "descanso del Espíritu", puede resultar útil y conveniente hacer algunas aclaraciones al respecto.
  • El descanso pertenece al carisma de sanación, es un toque directo a los sentidos internos de la imaginación y de la memoria, da la presencia de Dios, nos inunda de su amor y de su paz, de modo que a veces, el cuerpo queda alcanzado y como inmovilizado por un tiempo, y Dios sana interna o externamente y libera a veces.
  • Uno puede resistirse a este fenómeno de sanación, por sentirse asustado ante él, pero entonces no suelen seguirse en el que se ha resistido lo frutos de paz y de oración mas recogida, y suelen quedar en él rastros nuevos de turbación o de inquietud. Algunos, que no se resisten a este don, tras la oración y la imposición de manos, se sienten caer suavemente hacia el suelo, si están de pie o de rodillas, o se quedan como relajadamente inmóviles sobre su asiento los que estaban sentados. Este fenómeno suele ser pasajero y breve.
  • El aspecto principal del descanso en el Espíritu, es la fuerte presencia sanadora del Dios viviente, que purifica, libra de dificultades y bloqueos interiores a su acción, fortalece el alma para sobrellevar el peso del compromiso cristiano de un modo renovado. El que Dios llene la memoria y la imaginación de su presencia, de su amor de su sanación no presenta dificultades en la renovación Carismática ni fuera de ella.
  • Cuando el descanso en el Espíritu es verdadero, la caída del cuerpo es como una señal externa de un nuevo rendimiento al Señorío de Cristo y de una nueva acepción del amor y la voluntad de Dios sin resistencias.
  • En el descanso en el Espíritu la persona sigue teniendo control pleno de su entendimiento y de su voluntad. El entendimiento sigue libre para orar con la atención más concentrada en Dios. Otros efectos, como la extinción de traumas, de bloqueos o cargas interiores, la iluminación espiritual o la sanación, depende de las necesidades individuales del que recibe este don.
  • El verdadero descanso en el Espíritu, 1)- facilita la oración en tanto y cuanto toca los sentidos internos dispersos y los unifica, 2)- facilita el sentido profundo de la presencia profundo de la presencia y del amor de Dios.

Estos dos efectos internos pueden darse sin hecho exterior concominante de la caída al suelo por el impulso y abrumador del amor de Dios.

  • Hay personas que creen erróneamente que caen al suelo porque han sido empujadas por el que les impone las manos. De hecho el el amor abrumador de Dios el que empuja y vence poderosamente obstáculos en personas que evitan aparecer como poco naturales.
El poder de descansar en el Espíritu, es el problema más vidrioso de este don, que el Señor concede a algunos en los grupos de intercesión, o misas de enfermos:
  • Sus efectos buenos son: paz, presencia de Dios, más facilidad para orar, sanación de traumas y resistencias a Dios, liberación de opresiones.
  • El descanso en el Espíritu no es expresamente una oración de quietud con su experiencia directa del amor de Dios, que aquí se experimenta con amor sanador más directamente que como don de oración contamplativa.
  • Tampoco se trata de un fenómeno natural de hipnosis, donde la voluntad queda casi totalmente suspenida y sometida al hipnotizador, donde la conciencia se entorpece y la memoria de la actividad desarrollada en hipnosis se pierde al volver en sí. A veces esta alineación transisora de la voluntad del hipnotizado resulta seriamente peligrosa. Nada de esto sucede en el descanso en el Espíritu; la voluntad y el entendimiento se mantienen despiertos y activos, sin someterse a nadie más que Dios.
  • Tampoco se ha de confundir el descanso en el Espíritu con un posíble influjo diabólico, que emboba las potencias del hombre y obscurecer, turba y debilita espiritualmente el alma y lleva al que lo padece a buscar sitios concurridos para llamar la atención de otros y distraerlos de su oración o de la sanación interior en curso. Este influjo diabólico deja gran turbulación. depreciones y falta de paz en el que lo ha recibido.
  • Ha habido abusos por parte de personas que por su debilidad psicológica o por ganas de atraer hacia ellas la atención simularon el descanso en el Espíritu. Los efectos posteriores de tristeza, depresión, angustia, oscuridad espiritual, insatisfacción y falta de paz, decalararon la falsificación de un don carismático.
  • Se necesita, por tanto, enseñanza sana, descernimineto y guía espiritual recta durante este ministerio de sanación por el descanso en el Espíritu, no se turbe tras él con preguntas agobiantes e indiscretas; no se obligue a dar paseos para despejarse, etc.; al que tuvo descanso déjese tranquilo por un rato largo para que el don de Dios produzca sus efectos buenos sin interferencias humanas. En el falso descanso, despiértese al paciente.
  • No se haga del descanso en el espíritu el don central del ministerio de sanación. La sanación viene de la presencia de Jesús sanador y Salvador y del poder de su Espíritu aceptado desde la fe.
  • En el descanso en el Espírtu en la mente está más clara para acoger a Dios; no es por tanto un desmayo donde la inteligencia se nubla o se pierde temporalmente. El descamso en el Espíritu (fenómeno de sanación) nada tiene que ver con la caída al suelo en una crisis epiléptica (enfermedad con perdida de sentido, empujaremos, estremecimiento. cf. Mc. 9, 18: "lo derriba al suelo le hace hechar espumarajos, y rechinar de dientes"). Este mismo niño del Evangelio de San Marcos, cuando recibe la curación fisiológica de su epilepsia, la psicológica de sus desmayos y la espiritual, liberado de aquel espíritu malo que le arrastraba hacia el fuego o hacia el agua para desruirlo, queda en una especie de descanso en el Espíritu (Mc. 9, 26: "el muchacho quedó curando como muerto"), pero enseguida Cristo lo levantó y estaba sano.
  • El descanso en el Espíritu es diferente del éxtasis sobrenatural, donde la mente queda absorbida en Dios y elevada para conocer sus misterios, con cesación del ejercicio de los sentidos exteriores. San Pablo nos recuerda este don de oración más propio de almas perfectas, cuando nos dice que subió arrebatado hasta el tercer cielo en el cuerpo o fuera del cuerpo no le sé, y oyó palabras arcanas que el hombre no puede pronunciar. (2 Cor. 12, 2-4). El mismo San Pablo cuando se convierte a Cristo, recibe una especie de descanso.