Depresión

La depresión adquiere cada vez más las características de una pandemia. Se ha convertido ya en la segunda causa más frecuente de absentismo laboral.

Aunque el número de enfermos depresivos aumenta cada vez más en nuestra sociedad, con frecuencia sigue siendo tabú hablar abiertamente en público de las depresiones. Hablamos de muchas otras enfermedades que padecemos, aún las más difíciles, pero sobre esto nos cuesta hablar.

Muchas pueden ser las causas que la provocan:

·         Fuertes exigencias en lo laboral, familiar, en la educación de los hijos, así como en la superación de los problemas de la vida.

·         En un mundo en que casi todo parece factible, el alma reacciona con una depresión, porque percibe que no todo depende de nuestro deseo.

·         Otro  factor posible es la desmesura, no sólo en el consumo, sino también en lo que a la imagen que tenemos de nosotros mismos se refiere. No siempre podemos ser el mejor, el más inteligente, el más bello. Tenemos que reconciliarnos con nuestra mediocridad.

·         Otra causa importante es la patologización del sufrimiento humano. Si la pena y la tristeza no pueden formar ya parte  de la vida, entonces reaccionaremos con una depresión.
 
“… Si el sufrimiento no puede existir en una sociedad tan enamorada del buen resultado y el éxito, entonces existirá un alto riesgo de que pronto vivamos en una sociedad depresiva. Una sociedad en la  que cada persona que sufra será calificada de depresiva “rota psíquicamente” (Úrsula Nuber)

“… La decadencia de la familia es una causa esencial de las depresiones, al igual  que la pérdida de los vínculos religioso…” (Paul Kielholz).

La depresión es un grito que da el alma contra el desarraigo y las pretensiones exageradas resultantes de cambios que se suceden cada vez más rápido.

Es importante recurrir a la ayuda que necesitamos para poder salir adelante, profesionales, seguramente algún medicamento, pero es muy importante  el encuentro con Dios y con nosotros mismos.

Para comenzar es necesario:

·         HUMILDAD:Valor para descender hasta nuestros estados de ánimo y presentárselos a Dios…”. Significa también reconocer que nosotros, a pesar de toda la ayuda divina, necesitamos personas que nos traten profesionalmente. Esto es la humildad.

·         Frente a la depresión, no omitir el carácter de “MENSAJE”

·         Comprender lo que se experimenta en un estado de depresión e integrarlo a nuestro concepto vital. Siempre quiere decirnos algo. Quiere invitarnos a cuestionar nuestras normas y ver con otros ojos el sentido de la vida.

·         Familiarizarse con la depresión y reconciliarse con ella. Así perderá su poder. Integrarla en el camino de nuestra vida y se convertirá en algo “valioso”. Se transformará en una “Perla” (Santa Hildegarda de Bingen).

“ EL QUE ODIA SU DEPRESIÓN SERÁ PERSEGUIDO SIEMPRE POR ELLA”

“… Toda enfermedad tiene un sentido especial, pues cada una es una purificación; sólo hay que averiguar de qué lo es…”

“… Llegada una hora oscura el ojo comienza a ver…”

“… Si el mundo exterior  está oscuro para nosotros, dirigiremos la vista hacia el interior y allí descubriremos a veces el secreto del yo…”

“… Ver en la enfermedad un libro en el que leemos y con el que podemos llegar a conocer sobre nosotros mismos y el secreto de nuestra vida”

JESÚS SANA AL LEPROSO, DECLARÁNDOLO “LIMPIO” (Mc 1,45)

En vez de rechazar la depresión necesitamos tener compasión de ella

¿De qué debo limpiarme? ¿Qué es lo que hay “pegado” en mi vida? ¿ A qué imagen de mí mismo  estoy pegado?  Desprenderse de la imagen que nos hemos formado o que los demás se formaron de nosotros.

1.- La persona depresiva necesita que una persona se vuelva hacia ella y se quede a su lado (como el leproso del evangelio). Necesita de Jesús, que la sostenga, la acompañe y sea el acompañante de su camino. Pero hay algo que sólo la persona puede hacer dar el paso hacia la vida y hacia una respuesta afirmativa respecto a  su yo con su enfermedad. Necesita tener compasión de su enfermedad.

2.- Establecer una relación con la depresión, ponerla ante sí mismo, observarla y preguntarle   ¿qué me quieres decir? ¿Sobre qué pretendes llamarme la atención? ¿Qué es lo que pasé por alto en mi vida? ¿En qué me exigí y sobrepasé? ¿Qué actitudes interiores debo de abandonar?

3.- Entrar en contacto con la depresión, prestarle oído al cuerpo. ¿En qué parte de mi cuerpo se ha extendido la depresión? ¿En todo el cuerpo?.Sentir dónde se ha alojado el sentimiento depresivo. Notaré el centro del sentimiento, para después atravesar ese sentimiento. ¿Qué aparece debajo de él? ¿Cómo se siente allí mi cuerpo?

4.- Digo como el leproso “Quiero quedar limpio”. Digo sí a mi depresión, acepto mi depresión, dejo de inculparme por ella, dejo de sentirme leproso, sucio, me acepto. Aunque no tengo fuerzas para levantarme, me levanto igual, sigo caminado. Deseo vivir, no me abandono.

Sentiré la fuerza que se esconde, todavía en mi voluntad. Ella bastará para levantarme ahora y permitir que – sólo por hoy – me decida por mi vida.

¡¡¡Anímate!!!  ¡¡¡Levántate, Él te llama!!!

Nuestra Comunidad Orante Betania ora por tú sanación

P. Jorge.
 
ORACIÓN CONTRA LA DEPRESIÓN

Señor siento el desierto en mi corazón , las cargas son muchas y ya no tengo fuerzas, señor, infunde tu santo espíritu, sopla sobre mí , y llévate esta depresión que me consume por dentro, aleja de mi todo espíritu de tristeza, de angustia, de agobio, de cansancio. Aleja todo espíritu de soledad, de falta de constancia. Señor dame una señal que me escuchas, Tú sabes Señor que te amo pero hay veces que me cuesta reconocerlo, tengo un aguijón como Pablo clavado en mi corazón , que me hace débil, pero sé señor que Tú  me levantarás de mis debilidades , que Tú me sanarás, que alejarás todo tipo de espíritu que quiere enfermarme y hacerme alejar de ti. Dame la fortaleza de tu Santo Espíritu, ilumíname con tu palabra, hazme salir de esta prisión, que me ahoga, me asfixia, Señor bendíceme, sáname. Señor, tú que has sanado a los leprosos, a los paralíticos, a los ciegos, sáname, por eso yo te digo ¡¡¡Jesús Hijo de David ten piedad de mi!!!. Levántame de esta oscuridad, dame tu luz, dame tu misericordia, perdona mis pecados y los de mis ancestros, libérame de toda depresión que pudieran haber tenido mis antepasados, pasa sanando todo momento traumático de mi nacimiento, de mis primeros años de vida, sana las etapas de mi vida. Enséñame a perdonar, y a perdonarte. Llena mis espacios vacios de amor, con tu amor y tu misericordia. Llévate este aliento de muerte y hazme resucitar como a Lázaro, quítame las vendas de la tristeza, llévatelas, no las quiero, dame el don de la alegría, dame el don de la fe. Lléname con tu espíritu y nada más, Señor. Amen.